lunes, 28 de febrero de 2011

jeje

La idea de "enamorarte de tu alma gemela". Por culpa de esa certeza de que existe uno para tí, y nada más, nos pasamos la vida intentando descubrir en cada hombre si "es él". Pobre. Y al terminar las relaciones se escucha a menudo: "pues no, no era él". Mujer, alguno sería.. Pero en caso de que existiera un hombre para cada una ¿qué se supone que hay que hacer? ¿Buscarlo? ¿Esperarlo? ¿Esperar buscando? ¿Buscar esperando? (Tranquilas, se me han acabado las posibles variaciones sobre el tema) ¿Y si esa persona está en otro continente? ¿Cabe la posibilidad de que alguien nos diseñara de dos en dos y luego nos esparciera por el mundo? Lo malo de pensar así es la limitación que nos imponemos nostros mismos. Es como creer en el destino a niveles, diría, dañinos. Ese creer que todo es por algo, puede volverte loco, y ese creer que estás predestinado a encontrarte con una persona en concreto que por el momento se mantiene de incógnito, es igualmente peligroso. Todo lo que sugiera que sólo hay un camino que seguir, una persona a la que amar o una forma de vivir, es un atraso. Desechamos cualquier posibilidad que no se encuentre en nuestra cabeza de antemano. Pero quizá en nuestra cabeza no haya saltado todavía la chispa que nos haga ver un mundo ahí fuera que dentro de nosotros ni habíamos llegado a imaginar. Es como ir por la vida con un molde de galletas con forma de corazón e intentar que las personas que encontramos a nuestro paso se adapten a ese molde. Y tras charlar a la salida de un local con otro fumador que se te acerca, le miras de arriba abajo y luego le dices: "un momentito, por favor no te retires que te voy a poner un molde en la cabeza". "Ah, pues no, no eres tú.. ¡Siguiente!" A veces hacemos por adaptarnos a ese molde y otros hacen por adaptarse al nuestro, por incómodo y antiórganico que resulte; todo por intentar seguir creyendo en ese amor perfecto del que podría estar hecho sólo para tí. Si hay que cortarse los dedos de los pies para que encajen en el zapato de cristal, pues se cortan, total, tampoco es que los usemos tanto.. Y siguiendo con los cuentos de princesas, creo que muchos somos ranas todavía. Permanecemos disimulados tras unos ojos saltones que parecen suplicar que alguien por fin nos descifre, que alguien traspase este interminable trámite y nos conquiste al otro lado. ¿Qué otro lado? Eso es lo que habrá que descubrir. Por ahora, Cenicientas, yo sugiero un poco más de aventura e improvisación siempre cogidas de la mano de la locura





No hay comentarios:

Publicar un comentario