martes, 29 de marzo de 2011

Son años los que llevo consolando a muchas personas que han pasado por mi vida, unas desaparecieron, otras están presentes todavía, e incluso demasiado presentes, pero ahora... ahora el problema lo tengo yo, soy yo la que está por los suelos, la que está derrumbada, rota, hundida, quizá enfadada y decepcionada a la vez, pero nadie me quita las ganas de gritar y rasgarme las cuerdas vocales berreando como una niña.
Sinceramente de nada me sirven mis textos de superación dedicados a personas importantes, a personas que, por ser modesta, les han servido de mucho, aunque los frutos se dieran a largo plazo... me pregunto porque soy capaz de tranquilizar y aconsejar a otras personas y no puedo descubrir el porque de mis lágrimas; evidentemente se el porque, pero no se como pararlas.Lo malo, o raro, no se muy bien como definirlo, es la "vagancia" de no luchar hasta el final, de no competir por lo que deseas, de no estar al pie del cañón ante los obstáculos de la vida, pero, siendo honesta, no me importa, no me importa ni un poco porque me has dejado tirada como yo dejo mis cigarros consumidos, no me importa porque quieres desaparecer,  solo me importa como vas a estar, a reaccionar; me importa la forma en la que va a cambiar tu vida, tus pensamientos, tus ilusiones, tus principios, y, por supuesto, tu fuerza.Espero que tu camino siga sin problemas, que yo no sea un mal recuerdo, pero quiero que te sientas culpable de no sacar la fuerza necesaria, de buscar una fuerza superior para conseguir superar esto con sensatez y cordura...
La vida da ilusiones y palos, pero siempre en ese orden.
Sinceramente, tu niña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario